Mañana es otra vez Primero de mayo, fiesta por excelencia de la clase obrera. Día en el que se "procesionan" las pancartas por la ciudad, mostrando las reivindicaciones que siguen sin lograrse. La tradición dice que en León era antiguamente un día de fiesta, aunque era dura la pugna de los patrones con los obreros, ya que casi como hoy, nunca coincidían los unos y los otros en el número de trabajadores que habían faltado al trabajo para celebrar ese día. Era un día de fiesta porque se sacaban a la calle las banderas, cada agrupación, sección, oficio y pueblo tenía las suyas, que normalmente lucían en las fachadas de las Casas del Pueblo y de los Centros Obreros, algunos incluso se empeñaban en sacar el pendón del pueblo, a lo que en extrañas ocasiones el alcalde accedía.
Primero, la reunión delante de la Casa del Pueblo, allí algún dirigente de la UGT o del PSOE arengaba a los obreros reunidos, exponiéndoles las reivindicaciones que se iban a hacer, exaltándoles y animándoles a la lucha. Luego, la concurrencia se ponía en marcha, con los personajes más destacados al frente, portando además de las susodichas banderas, pancartas con reivindicaciones y coreando los esloganes de las mismas o canciones contra la patronal y los caciques.
En cualquier caso, la manifestación terminaba como hoy, en el Gobierno Civil (ahora subdelegación del Gobierno), que antes que en la Plaza de la Inmaculada estuvo en Ordoño II, justo al lado del actual Ayuntamiento o también en otros momentos en la Plaza de San Marcelo. La cuestión era entregarle las reivindicaciones al representante del Gobierno, que unas veces las recibía mejor y otras peor.
Tras ello la manifestación se disolvía, pero los actos continuaban, la mayoría se iba a continuar con la jornada festiva a la orilla del río, a lo que llamaban el Melonar, bajando por la Corredera, presuntamente por donde está ahora la Plaza de Toros, o tal vez más allá, donde se hacía una merienda campestre, competiciones y demás. También se programaban conferencias y obras de teatro en las Casas del Pueblo y Centros obreros, unas veces por actores profesionales y otras por amateures de la propia agrupación.
Después de 1936, se acabo la fiesta obrera y se convirtió en otra cosa, pero esa es otra historia que no merece la pena contar en este día de fiesta.
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